Normalmente, aparece entre los 45 y 55 años. Esta fase está marcada por el final del período fértil, cuando los ovarios dejan de producir estrógeno y progesterona. La sudoración, la reducción de energía, la ansiedad, las complicaciones óseas y los cambios de humor son algunos de los síntomas de la menopausia.
Algunas de estas funciones:
– Actúan en el metabolismo lipídico, disminuyendo los niveles de LDL y aumentando la producción de HDL;
– Influyen en la distribución de la grasa corporal (disminución de la actividad lipolítica en el tejido graso abdominal y la acción de la lipoproteína lipasa en el tejido graso fémur-glúteo);
– Ayudan a prevenir la pérdida de calcio en los huesos (aumento de la tensión muscular, empeoramiento del catabolismo del cartílago, progresión de las lesiones de artrosis, desequilibrio entre la formación y la resorción de los huesos, pérdida de masa ósea) – El estrógeno es responsable de la fijación del calcio en los huesos*
– En déficit, pueden generar cambios de humor, como estados de depresión;
– Estimulan la formación de colágeno (un importante componente de la piel).
Así, vemos que el déficit de estas hormonas tiene repercusiones físicas, mentales y emocionales. Los problemas más asociados con la menopausia son el sobrepeso, la osteoporosis y el desequilibrio en el metabolismo de los lípidos.
La alimentación en la menopausia debe incluir estos alimentos
A su vez, se debe evitar tanto la cafeína como el alcohol (porque aumentan la excreción urinaria de calcio y zinc). El agua es esencial (durante la menopausia las membranas mucosas tienden a deshidratarse y es necesario el refuerzo de agua).
En esta etapa es importante que las mujeres aprendan a comer de nuevo, ya que su metabolismo tiende a ralentizarse y, en consecuencia, sus necesidades energéticas disminuyen. Por lo tanto, la dieta que ha estado comiendo hasta ahora puede llegar a ser excesiva. Paralelamente, se produce un aumento del apetito y un incremento del apetito por alimentos de alta densidad energética, lo que contribuye al aumento de la masa grasa.
*El déficit hormonal de estrógeno proporciona una mayor producción de citoquinas inflamatorias, lo que conduce a una mayor producción del factor de necrosis tumoral-α por las células T. Este proceso está mediado por la liberación de interferón-γ, que al aumentar la expresión del principal complejo de histocompatibilidad de clase II en la presentación antigénica, conducirá a la activación y proliferación de células T que producen el factor de necrosis tumoral-α. Esta citoquina estimula directamente la osteoclastogénesis.